sábado, mayo 05, 2007

JORGE NÁJAR EN LIMA

El día miércoles dos de mayo, algunos poetas jóvenes de San Marcos, tuvimos la suerte de conocer en persona al reconocido poeta peruano Jorge Nájar. El encuentro se había planeado bajo la forma de un recital, donde los poetas invitados (Juan Pablo Mejía, Josefina Jiménez, Jaime Donato y quien escribe estas líneas) intercambiaríamos lecturas con el poeta pucallpino que reside en paris desde hace más de treinta años. Sin embargo, y felizmente, el acto ceremonioso y frío que imaginábamos, terminó en un encuentro ameno, amistoso, e íntimo.
La artífice de esta cálida reunión fue la poeta, e íntima amiga de Nájar, Sonia Luz Carrillo. Los que estuvimos nos llevamos la imagen de un señor sencillo, amable, y gracioso; que esuchó con gran atención nuestros poemas y se atrevió a comentarlos y admirarlos. Fue grato, de verdad, compartir nuestros escritos con dos poetas reconocidos y consagrados. "Consagrados a la poesía". Y, claro, ellos también leyeron, y nosotros, también, los escuchamos y admiramos.
Desde aquí, me gustaría rendir un homenaje a la poesía de Jorge Nájar. Un homenaje que, en el caso de los poetas, suele reservarse para cuando ya no están. He querido adelantarme, como debiera ser, y manifestar que lo estaremos esperando en su próxima visita a nuestro país, a nuestra ciudad y a San Marcos.

Gracias Jorge Nájar. Gracias Sonia Luz por dejarnos conocerlo.



Jorge Nájar, Sonia Luz Carrillo y jóvenes poetas, escritores y lectores sanmarquinos.



Jorge Nájar (Pucallpa 1946)

LOS CUERVOS

El sol brilla en esos ojos
Y la brisa trae perfume de lejanías.
No hay manera de borrar distancias.
¿No hay manera de hablar con los ausentes?

En el fondo del aire un vuelo de plumas
–algo de lo que fui, pájaro de garganta colorada–
Realiza proezas en el espacio.
Algunos cantan porque incluso en ellos
El canto marca frontera de dominios.

Un solitario se separa del grupo
Y se eleva cantando sobre la zarza.
¿No será una manera de llamar a los suyos?
¿Son los suyos su hembra y sus críos?
¿No serán acaso también una ficción?
¡Oh, alma condenada, que no sea otro espejismo!

El pájaro esquivo no se interroga.
Avanza, rasante, sobrevolando los techos.
– ¡Se va a estrellar ese tonto!
Pero esta vez tampoco hay acierto.
Adivinar no es presentir desgracias, doña.
Es aceptar que una parte del futuro
Se incruste en la absurda realidad.
Frente a la ventana el córvido canta
Y se posa en deshojado árbol
Que sol y canto impiden distinguir.
Hay ojos y sensibilidad atenta
Sólo para el canto y la lucidez del día.
El canto, si es propio, urge propiedades.
Su vigor señala fronteras y derechos.
Y por lo mismo, por hacernos visibles,
Nos vuelve vulnerables. El canto y la luz.

El cuervo aletea y retoma vuelo.
Se distingue su blanco collar. Su envergadura.
Su pico largo, aplastado, de punta curva.
Y la traidora memoria, uniendo estos rasgos,
Evoca lejanos rostros: rústicos,
Carnívoros de costas marinas
Venidos hacia las lomas de adentro.
Y para no ver la desnudez
¡Alto traidora! ¡alto memoria inculta!
El ave grazna y se zambulle en el aire.
Flirtea una humareda y apunta
¡Dios mío! Directo hacia donde estoy.

Retrocedo para evitar la intrusión,
Cierro los vitrales del ventanal.
Pero el futuro no se detiene. Planea veloz.
Sus enormes alas cubren todo resplandor.
Donde estaba el canto impera silencio.
Un vapor tenue envuelve la realidad,
Las casas de los rústicos, sus lentitudes
Que se extravían en los senderos.
En el fondo de la visión no hay luz. Nada
¡Esto es un eclipse! ¡No puede ser otra cosa!
¿Por qué le ocurren a mi vida estas extravagancias?
–Cierra la ventana, te vas a enfermar,
y la situación no está para comprometerse.
Avanza hacia la ventana y el ave grazna,
En sus narices. Hay un desmayo en el alma.
Lanza manotadas en el aire. Parpadea.
El tiempo se diluye. Y el cuervo se esfuma.
Se ha ido a empollar en otros parajes.
Su aletear provoca oleajes en aguas interiores.
Y viniendo desde ese mar resuena el canto.
Vibra en algún lugar invisible.
Hace proezas ya no en la transparencia del aire
Sino en las praderas y luces de adentro.

Asegura el pestillo. Cierra esa ventana.
Afuera ha comenzado a helar.
Y el canto permanente indemne.
¿Haz visto alguna vez las proezas
que hacen los expatriados, esos animales
llamando en la desesperación a los suyos?
¿Los haz visto? El hombre más cuerdo,
en la soledad, también hace lo mismo.

Con rápidos aleteos surcan el cielo,
Alardean, lanzan anuncios.
¿A quiénes llamamos con la misma voz?
¿A nuestras hembras? ¿A nuestros críos?
¿A los que abandonamos?

lunes, abril 30, 2007

Poema sobre la tristeza y algunos pájaros patéticos

Nada roza mi nariz
Nada golpea mi pecho con más indiferencia
Que las alas de un loro
Deshaciéndose en mi rostro
Como una tempestad de flores marchitas
Y el tiempo pasa…
Pasa y se enhebra en la aguja de la noche
Como un hilo que me abraza
Y me ahoga
Y solo quiero perderme
Entre las plumas del Simurg
Que ahora imagino y acaricio…
Nada grita desde mi corazón
Con más dolor que un cuerpo transparente
Y tengo fría la voz
Y fríos los dedos que se adormecen
Como unos polluelos en su nido…
Y nada de esto es gracioso
El palomo

Y bueno
Ahora me regocijo en el dolor
Como un palomo herido
Un palomo que no pudo ser
El rapaz invencible
Que los otros palomos admiran
Y al que se entregan
Como dócil alimento

Un palomo al fin
Sin más pretensiones
Sin más metas que su nido
Su paloma gorda y buena
Que de vez en cuando lo despioja
Un palomo regocijándose en el dolor
Herido en su orgullo
Y con el pico triste
Admirando el vuelo de los invencibles

Camilo José Cela: La familia de Pascual Duarte (fragmento)


" Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas. Aquéllos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya. "

viernes, marzo 23, 2007

Poema sobre un viernes madrugador y las piernas que Dios desayuna

"Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre."
Martín Adán

El dolor de los músculos cerebrales (acaso existentes)
No me permite el desarrollo normal de un buen amanecer
Es la hora del frío
De acicalarse el rostro con la soledad que es una especie de niebla
Un graffiti indescifrable volando hasta los ojos
Pero no hay objetivo
Solo las piernas de esbeltas secretarias
Apurándose hacia las piernas robustas de sus jefes
Hacia las piernas peludas de sus jefes que no creen en nada
Y el viejo que choca contra mi hombro
Y la legaña colgada de mis pestañas
Y el sonámbulo perro sonriendo en un sticker
Van llegando hasta mi boca
Aún dormida y babosa como un caracol
Aún dormida y babosa como ninguna almohada
O el mismo caracol que no ha llegado a casa
Y su casa como un huevo olvidado
Es un cráneo pequeño hirviendo en la sartén
Un cráneo pensante pero alejado de la realidad
Como una idea estúpida
E inapropiada para estas horas donde los ojos pesan
Y las sabanas frías se abrigan con uno…
Pero mi lengua grita
Grita y se revuelca en una especie de cama
Quemada por el café más desabrido que una gringa
Y es que no hay objetivo
Solo seguir las piernas de las secretarias
Camufladas entre las piernas de las colegialas
Más delgadas y velludas y acaso infelices
Y entre las de un montón de gente que ya no sonríe
Y solo busca llaves y monedas y extrañas direcciones
Y busca y busca y nada encuentra solo la niebla que moja los ojos
De un viejo que choca contra mi hombro y me despierta

jueves, marzo 22, 2007



Como un piano varado en la noche...

martes, marzo 20, 2007

Cuatro poemas sin título ni forma

I
Ella cantaba:
Como todo lo alado
La estrella se desviste
Como todo lo alado
El aire nos decora
Nos perfora
Nos enviste
Como todo lo alado
Caen las ropas
Caen los ojos
Una manga de niebla

Y recojo mis pasos

II
Yo te abrazo para sentirte
Yo te siento
Papel arrugado

Un abrazo
Como una bufanda
Que se desteje

III
Un martini
Yo quería un martini
Tus labios ahogados en licor

IV
Cae el sonido
De unas alas frondosas
El ángel desflorado
Es un dragón que jode
¡Como jode!
Asustado en la cornisa
Poema sobre los peces de mal agüero

La triste manta raya
Vuelve a izar su pecho frente a mi ventana

Lóbrega señal
Equivalente a los búhos
O a otras aves agoreras de lejanas culturas

Pero aquí nadie entra

Ni el maullido nonato de los elefantes
Ni el húmedo polvo de la cerrazón
Convertida en lento orgasmo

Pululan ahora en las cansadas venas
Un aborto de nubes
Algas aferradas a la roca nocturna
Que es una sirena
O un diamante incrustado en la soledad
…Y esta piel nueva y espumosa
Como el dolor de los caracoles

Piel de nubes-algas
Charcos de silicio en la apagada mirada

Tropeles de moscas
Obstruyendo aquel cielo acartonado

Y en el fugaz ombligo
La alfombra de pétalos o el charco de sangre
Son una misma cosa:
Los dedos de una niña contra el vidrio-destino

Y en sus pómulos marinos
El dulcísimo néctar de lo ABSURDO

domingo, febrero 18, 2007

Arte po-ética

Buscar el verbo
En la garganta atorada
en la roca que se quiebra como un spondylus
A merced de la luz

Y creer que un buen poema
Sonará siempre a destierro
A sonrisa a lo lejos
A faldas levantadas por la mano del viento

Buscar el verbo
Entre los pechos de la amada
Entre las suaves piernas
Y encontrar solo humedad
Los besos que siempre hemos deseado

Buscar el verbo
La música perfecta como los dóciles latidos
Los pasos primigenios y tímidos
De un niño regordete y escaldado

Y solo darse contra las tetas de un avestruz