lunes, abril 30, 2007

Poema sobre la tristeza y algunos pájaros patéticos

Nada roza mi nariz
Nada golpea mi pecho con más indiferencia
Que las alas de un loro
Deshaciéndose en mi rostro
Como una tempestad de flores marchitas
Y el tiempo pasa…
Pasa y se enhebra en la aguja de la noche
Como un hilo que me abraza
Y me ahoga
Y solo quiero perderme
Entre las plumas del Simurg
Que ahora imagino y acaricio…
Nada grita desde mi corazón
Con más dolor que un cuerpo transparente
Y tengo fría la voz
Y fríos los dedos que se adormecen
Como unos polluelos en su nido…
Y nada de esto es gracioso
El palomo

Y bueno
Ahora me regocijo en el dolor
Como un palomo herido
Un palomo que no pudo ser
El rapaz invencible
Que los otros palomos admiran
Y al que se entregan
Como dócil alimento

Un palomo al fin
Sin más pretensiones
Sin más metas que su nido
Su paloma gorda y buena
Que de vez en cuando lo despioja
Un palomo regocijándose en el dolor
Herido en su orgullo
Y con el pico triste
Admirando el vuelo de los invencibles

Camilo José Cela: La familia de Pascual Duarte (fragmento)


" Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas. Aquéllos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya. "